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Ignacio Loyola

¿Quién fue Ignacio Loyola?

Ignacio de Loyola (Loyola, c. 23 de octubre de 1491-Roma, 31 de julio de 1556) fue un militar y luego religioso español, surgido como un líder religioso durante la Contrarreforma. Su devoción a la Iglesia católica se caracterizó por la obediencia absoluta al papa. Fundador de la Compañía de Jesús de la que fue el primer general.


El Proyecto Pedagógico Ignaciano incluye:

  1. Un documento introductorio sobre el Paradigma Pedagógico Ignaciano, como desarrollo de la parte 10 de las "Características"; y
  2. Un programa de preparación del profesorado a nivel regional, provincial y de colegio. Los programas de preparación del profesorado deberían durar de tres a cuatro años para una capacitación y familiarización gradual con los enfoques pedagógicos ignacianos.


Con el objeto de hacer efectivo este proyecto e introducir los programas de preparación del profesorado a nivel de colegio, varios grupos de diversas provincias están estudiando el Paradigma Pedagógico Ignaciano y adiestrándose en el uso de los métodos de enseñanza correspondientes. 
Todo este proceso se inició en una reunión internacional celebrada en Villa Cavalletti, junto a Roma, del 20 al 30 de abril. 
Seis educadores de cada continente (un total de unos 40, procedentes de 26 naciones) fueron invitados a entrenarse, es decir, a conocer, practicar y dominar algunos de los métodos pedagógicos más relevantes. 

El Proyecto Pedagógico Ignaciano se dirige en primer lugar a los profesores. Porque es especialmente en el trato de éstos con sus alumnos en el proceso de aprendizaje donde pueden realizarse las metas y objetivos de la educación de la Compañía. Cómo se relaciona el profesor con sus discípulos, cómo concibe el aprendizaje, cómo moviliza a sus alumnos en la búsqueda de la verdad, qué es lo que espera de ellos, la integridad e ideales 3 del profesor, todos estos elementos tienen efectos formativos tremendos en el desarrollo del estudiante. El Peter Kolvenbach subraya el hecho de que "San Ignacio coloca claramente el ejemplo personal del profesor por delante de su ciencia o su oratoria, como un medio apostólico para ayudar al alumno a crecer en los valores positivos". 

Pedagogía Ignaciana:

La pedagogía es el camino por el que los profesores acompañan a los alumnos en su crecimiento y desarrollo. La pedagogía, arte y ciencia de enseñar, no puede reducirse simplemente a una metodología. Debe incluir una perspectiva del mundo y una visión de la persona humana ideal que se pretende formar. Esto indica el objetivo y el fin hacia el que se dirigen los diversos aspectos de una tradición educativa. También se promocionan los criterios para elegir los recursos que han de usarse en el proceso de la educación. La visión del mundo y el ideal de la educación de la Compañía en nuestro tiempo se han expuesto en las Características de la Educación de la Compañía de Jesús. La Pedagogía Ignaciana asume esta visión del mundo y da un paso más sugiriendo modos más explícitos por los que los valores ignacianos pueden integrarse en el proceso de enseñanza y aprendizaje.

El objetivo de la Educación de la Compañía de Jesús:

¿Cuál es nuestro objetivo? Las Características de la Educación de la Compañía de Jesús nos proporcionan una descripción que ha sido ampliada por el P. General Peter Hans Kolvenbach:

La promoción del desarrollo intelectual de cada estudiante, para completar los talentos recibidos de Dios, sigue siendo con razón un objetivo destacado de la educación de la Compañía. Su finalidad sin embargo, no ha sido nunca acumular simplemente cantidades de información o preparación para una profesión, aunque estas sean importantes en si mismas y útiles para que surjan líderes cristianos. 
El objetivo último de la educación jesuita es, más bien, el crecimiento global de la persona que lleva a la acción, acción inspirada por el Espíritu y la presencia de Jesucristo, el hijo de Dios, el «Hombre para los demás». Este objetivo orientado a la acción está basado en una comprensión reflexiva y vivificada por la contemplación, e insta a los alumnos al dominio de si y a la iniciativa, integridad y exactitud. Al mismo tiempo discierne las formas de pensar fáciles y superficiales indignas del individuo, y sobre todo peligrosas para el mundo al que ellos y ellas están llamados a servir.
Tal objetivo requiere una total y profunda formación de la persona humana, un proceso educativo de formación que intenta la excelencia; un esfuerzo de superación para desarrollar las propias potencialidades, que integra lo intelectual, lo académico y todo lo demás.


Relación Profesor-Discípulo:

Aplicando pues el paradigma ignaciano a la relación profesor-alumno de la educación de la Compañía, la función primordial del profesor es facilitar una relación progresiva del alumno con la verdad, especialmente en las materias concretas que está estudiando, con la ayuda del profesor. El creará las condiciones, pondrá los fundamentos, proporcionará las oportunidades para que el alumno pueda llevar a cabo una continua interrelación de EXPERIENCIA, REFLEXIÓN y ACCIÓN.Comenzando por la EXPERIENCIA, el profesor crea las condiciones para que los estudiantes reúnan y recuerden los contenidos de su propia experiencia y seleccionen lo que ellos consideren relevante, para el tema de que se trata, sobre hechos, sentimientos, valores, introspecciones e intuiciones. Después, el profesor guía al estudiante en la asimilación de la nueva información y experiencia de tal forma que su conocimiento progrese en amplitud y verdad. El profesor pone las bases para que el alumno «aprenda cómo aprender», implicándole en las técnicas de la REFLEXIÓN.


El Paradigma Ignaciano:

El paradigma ignaciano de experiencia, reflexión, acción, sugiere una multitud de caminos en los que los profesores podrían acompañar a sus alumnos y facilitarles el aprendizaje y la madurez, enfrentándolos con la verdad y el sentido de la vida. Es un paradigma que puede proporcionar una respuesta muy adecuada a los problemas educativos a los que nos enfrentamos hoy, y posee la capacidad intrínseca de avanzar más allá de lo meramente teórico y llegar a ser un instrumento práctico y eficaz en orden a realizar cambios en el modo como enseñamos y como nuestros alumnos aprenden. El modelo de experiencia, reflexión y acción no es solamente una idea interesante, digna de un diálogo serio, ni una mera propuesta intrigante para provocar largos debates. Es más bien un paradigma ignaciano educativo nuevo y a la vez familiar; un modo de proceder que todos podemos adoptar confiadamente en nuestra tarea de ayudar a los alumnos en su verdadero desarrollo como personas competentes, conscientes y sensibilizadas en la compasión.

Dinámica del Paradigma:

  1. El contexto del aprendizaje
  2. La experiencia
  3. La reflexión
  4. La acción
  5. La evaluación

Un Proceso Continuo:

Este modo de proceder puede convertirse en una estructura continua y eficaz de aprendizaje así como un estímulo a permanecer abierto al crecimiento a lo largo de la vida.


  • Aprenderá gradualmente a discernir y seleccionar sus experiencias;
  • Se hará capaz de obtener una mayor plenitud y riqueza personales a partir de la reflexión sobre dichas experiencias; y
  • Logrará auto-motivarse, desde su propia honestidad y humanidad, para elegir consciente y responsablemente.

Rasgos importantes del Paradigma Pedagógico Ignaciano:

  1. El Paradigma Pedagógico Ignaciano se aplica a todos los planes de estudio.
  2. El Paradigma Pedagógico Ignaciano es fundamental en el proceso del aprendizaje.
  3. El Paradigma Pedagógico Ignaciano puede ayudar a la mejora del profesorado
  4. El Paradigma Pedagógico Ignaciano personaliza la enseñanza.
  5. El Paradigma Pedagógico Ignaciano acentúa la dimensión social de la enseñanza y del aprendizaje.

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